«LAS CORRIENTES INFORMALISTAS EN LEÓN». TESIS DOCTORAL PRESENTADA EN LA UNIVERSIDAD DE LEÓN EN EL AÑO 2009, FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS.
AUTORA: ROSA MARÍA OLMOS CRIADO
DIRIGIDA POR EL DR. JAVIER HERNANDO CARRASCO
TEXTO PERTENECIENTE A DICHA TESIS, PP. 546 – 551
ÁNGELA MERAYO BAYON
1 Apunte biográfico. Proyección de la obra pictórica en León
2 La experiencia informalista en el contexto de su obra
1 Apunte biográfico. Proyección de la obra pictórica en León
La berciana Ángela Merayo integra el contingente de pintores leoneses que viven y trabajan en Cataluña. Su inclusión en este trabajo se justifica por una producción pictórica que se proyecta en León a partir de su vinculación personal con el Bierzo, y en la que son detectables comportamientos de raíz informalista (en lo que concierne a la utilización y tratamiento de la materia y el interés por la gestualidad). Los hitos vitales y artísticos que la vinculan a esta provincia quedan sintetizados en los siguientes datos:
- Nace en Ponferrada, (León), 1939
- Su infancia y juventud transcurre entre Ponferrada, Bembibre, y León (donde estudia Magisterio y comienza su carrera docente)
- En su obra se encuentra una raíz berciana, reconocida por la misma pintora[1]; en concreto, percibimos confluencia con la pintura de Andrés Viloria en la afinidad temática, que le lleva, como a él, a interesarse por la plasticidad de los signos, de las huellas que el hombre ha dejado en un espacio físico e histórico concreto, “un joc entre le màterie e l´esprit”[2]. (sic)
- La difusión de su obra en León se ha mantenido constante desde mediados de los años ochenta, concretada en una serie de exposiciones en Ponferrada, Astorga y León, que detallaremos más adelante.
De formación artística catalana (estudios de pintura y recubrimiento mural en la Escuela Massana, de Barcelona; de grabado, en el Cercle Artistic de Sant Lluc, Barcelona y en la Escola de Estiu Internacional de Gravat, de Calella), su proyección profesional se encuentra vinculada con preferencia a esta comunidad autónoma, sin perjuicio de una difusión amplia en el territorio nacional y en algunas partes de Europa, como Alemania y Suecia, que han recibido muestras individuales o representación en colectivas de esta pintora. Se dedica plenamente a la pintura desde 1983.
La difusión leonesa de la pintura de Merayo se concreta en las siguientes exposiciones: 1986, Muestra de Pintores Bercianos, en la Casa de Cultura de Ponferrada; 1988 participa en el 1º Congreso de Cultura Berciana, Instituto de Estudios Bercianos, Casa de Cultura. Ponferrada; 1989, 30 años de Estudios Bercianos, Salón de las Artes Pallarés, León y en la Casa de Cultura de Ponferrada; 1993 Exposición individual en la galería Rama, Astorga; 1998, Individual en el Instituto de Estudios Bercianos de Ponferrada bajo el título “Los signos Mágicos”; en el año 2000 se presenta individualmente en la galería Sardón, de León. Escritores leoneses como Victoriano Crémer, Ramón Carnicer o Jovino Andina Yanes se han comprometido con su obra, escribiendo textos para los catálogos de las exposiciones leonesas. En estas ocasiones la prensa capitalina y de la provincia se ha hecho eco de estas muestras en reseñas, más o menos amplias, y con entrevistas a la autora, las cuales tienen el interés de recoger de forma directa sus opiniones y posturas frente a la creación.
2 La experiencia informalista en el contexto de su obra
Desde inicios figurativos evoluciona hacia una pintura muy aligerada de referencias imitativas, rozando la abstracción. El ánimo de dotar a sus obras de legibilidad, a pesar de estar construidas con un lenguaje no exactamente explícito, determina su código comunicativo, basado en la significación universal de los signos. La representación quedará, por tanto, reducida a restos figurativos -líneas y figuras-, portadores de la esencialidad de aquello que representan. Pintura simbólica que adapta y adopta posiciones plásticas con una indudable devoción informalista, concretable en el interés por la materia y el gesto. Lejos ya del espíritu que conformó la corriente, Merayo utiliza estos recursos plásticos -ciertamente atenuados en intensidad y presencia- dentro del conjunto de una obra que gravita sobre un penetrante lirismo y un alto contenido emocional, debido en parte a sus contenidos temáticos. En este aspecto, el método de trabajo seguido por la pintora se basa en el desarrollo sucesivo de ideas argumentales básicas, en las que más que imágenes estarán presentes sensaciones, rumores o cadencias, acompañados ocasionalmente por referencias formales. El resultado serán series temáticas de las que destacamos: El jardinero (1989-1990); Signos (1990) –figs 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 19-: Homenaje a Tagore, (1991); Xacobeo (1993) –fig. 1-; Marismas y Cometas (1993); Del Ritmo al color (1998) –fig.21-; Tiempo de tramontana (1999) –fig.22-,; Megalits (2001); Mediterránea (2003) .
Visualmente, y en su conjunto, esta producción remite a una pintura de corte paisajístico, aunque más propiamente que al paisaje, a lo que tiende es a poner de relieve un profundo enraizamiento personal con la naturaleza –la meseta y el mar, lugares de nacimiento y vida-. En la pintura de Merayo confluyen, en espíritu y en traslación plástica, la tradición pictórica mediterránea, más armónica y colorista, con la berciana, terrosa y apegada a la tierra. A su parte mediterránea es atribuible el gusto por la luminosidad de los colores y la liviandad de las texturas; y, en lo que respecta a la temática, las referencias mediante signos-símbolos (se precisa de los títulos para conocer el lugar o momento concreto) a sus propios hitos culturales. De la influencia leonesa, en su particularidad berciana, emerge la esencialidad de un paisajismo que recurre a la tierra y la magia de las huellas que sobre ella hadejado el hombre. Sobre acumulaciones terrosas y sobre la base de los ocres, colorarquetípicamente terrestre, delimitará campos cromáticos trabajados mediante incisiones, cuyo resultado final remite a aquellas pinturas en las que el pintor Andrés Viloria aludía a las tierras y restos arqueológicos bercianos.
Es precisamente el aspecto de significación, más algunas de sus resoluciones plásticas, lo que la vincula al entorno creativo de El Bierzo y en especial a su figura más relevante, Andrés Viloria. Como en la obra de este pintor, en la de Angela Merayo se encuentra la reflexión sobre los lazos que vinculan al hombre con su medio natural, la fidelidad a sus orígenes convertida en invocación a principios superiores: físicos -la tierra-o espaciales -el cosmos- (en Merayo más universalista y menos concretas que en Viloria). No es la única simbología presente en su obra, pues dentro de las formas arquetípicas utilizadas por Merayo, son de uso frecuente las formas circulares y las figuras rectangulares y ovaladas –menhires, dólmenes- que dispone erguidas, elevándose desde su base –la tierra-, aludiendo tanto a lugares concretos, como, en una significación más profunda, a los principios de lo masculino y lo femenino, de loterrenal y lo cosmogónico, acentuados por sus tratamientos plásticos. En el desarrollo formal de su obra, dos principios plásticos interesan especialmente en el contexto de este trabajo: la materia y el gesto. Ambos se presentan atemperados, “huyendo de toda desmesura”, dice V. Crémer[3]. La materia es utilizada para crear en superficie diferencias texturales que delimiten las distintas partes de la composición. Se observa que el interés de esta pintora por el trabajo con la materia se decanta por el juego de texturas -que van desde lo liviano a la rugosidad de una epidermis matérica trabajada, sometida a procesos de “peinados”, rallados un tanto aleatorios, que proponen direccionalidades diversas-, antes que por el exceso expresivo que comporta la abundancia, las concentraciones excesivas. En la producción realizada a finales de los años ochenta trabaja preferentemente con ceras sobre cartoncillo folding. Con esta técnica consigue calidades que van desde superficies visualmente rugosas, de texturas compactas y con un cierto abultamiento, hasta sensaciones etéreas conseguidas mediante: veladuras o la disolución de los pigmentos en aguarrás –Dolmen[4], Menhir[5], Venus de la fertilitat[6],
pertenecientes a la serie “Signes”, 1990-, es decir creando campos de expresión cercanos a los de la acuarela (técnica que también utilizará ocasionalmente). La parte matérica se recrudece en las series de finales de los noventa, en las que entran a formar parte los acrílicos, el polvo de mármol y las arenas –La infancia olvidada,1999 (e la serie “Del ritmo al color”, mixta sobre tela 50 x65) –fig.6-, Mujer alada,1999 (mixta sobre tela, 65 x 81) –fig.7-, Xacobeo 93, 1992 (cera sobre cartoncillo folding s/tabla) –fig.8-, o La buena tierra, 1999 1(mixta sobre lienzo, 81 x 116 cm) –fig.5--; y mucho más en las series realizadas a partir del año 2000, concretamente “Mediterránea” o “Megalits”, donde incorpora pequeñas piedras, arenas o cartón, que junto al recurso del gratagge provocan un efecto visual considerable al introducir las ideas de tridimensionalidad y de transformación del color –La pedra gentil (2001) (collage sobre tabla 49 xc 5 x 69,5 cm) –fig.9-; Menhir dels estanys I (2001) (mixta sobre tela, 100 x 7 cm )–fig.10-, como ejemplo-. En estas series el interés matérico se concreta en el trabajo exhaustivo de los fondos, sometidos a un duro y uniforme tratamiento de incisiones, rallados, puntos,etc., sobre ellos despliega el repertorio sígnico de incisiones más profundas –La luz de los tiempos (mixta sobre tela, 73 x 92 cm) fig. 11-; El vibrante ayer (2001) (mixta sobre tela, 73 x 92 cm.) fig.4-.
Por su parte, la gestualidad existente en esta obra es de importancia cualitativamente menor que el aspecto matérico. El gesto, igualmente contenido, aparece sin agresividad y firmemente controlado en sus inicios, finales y expansiones, llegando a trasformarse en mancha incorpórea sin relación con la materia; las citadas “Mujer alada”, “La buena tierra”, etc. dan cuenta de este aspecto, visible además en la serie “Jardinero”: Poema Nº 70, (1989) [7]–fig.3- o Poema Nº 37 (1990)[8] –fig.2-, o la serie “Marismas y Cometas” (1993) ( de la serie “Marismas y Cometas”, el IV. Mixta sobre cartoncillo folding, 116 x 99 cm )
–fig.12-.
Es habitual que convivan en las composiciones de Merayo estos tres aspectos: materia, gestualidad y mancha cromática. Con el color, que nutre el soporte con intensidad o se adelgaza hasta permitir su visualización, unifica sutilmente materia y símbolos, consiguiendo obras de gran armonía cromática y textural, en las que no hay lugar a disonancias. Las composiciones de su primera época, sencillas e incluso un tanto inestables, combinan campos cromáticos con formas básicas, sin que ninguna de ellas prevalezca sobre las demás, en lo que a determinar la composición se refiere. Posteriormente evolucionará hacia una mayor estabilidad en el orden y la simetría de los elementos que las conforman, hasta llegar a la obra última; Las series “Megalits”, “Mediterrànea”, pero sobre todo en “El Despertar del Ser”, de 2003, en el que los ritmos presentes en obras anteriores ceden ante el interés cada vez más concreto por las formas geométricas con las que se acentúa el estatismo, junto al valor del signo/símbolo, cada vez más simplificado y descontextualizado. Los procesos de esencialización formal y seriación geométrica acusan la influencia del arte conceptual y del minimalismo.
[1] Las referencias al Bierzo y la posición de la pintora a este respecto son concretas y abundantes. Así las series Paisajes soñados (memoria de los paisajes bercianos) o Xacobeo, 93 (paisajes al borde del camino, con especial hincapié en el tramo leonés), o sus propias palabras: “Nunca he perdido mis raíces. León y el Bierzo tienen una amplia referencia en mi obra” Marcelino Cuevas, “La poesía de color”, Diario de León, 4 mayo 2000, p. 74
[2]VICENT M.M., “Merayo y Megalits: ob res a cavall entre Ponferrada y Lempordà”, Hora Nova , 8, 14 maig
[3] CREMER, Victoriano, “Los símbolos mágicos”, Catálogo Ángela Merayo, Instituto de Estudios Bercianos, mayo 1998
[4]Cera sobre folding tampella, 5 x100 cm
[5]Cera sobre folding tampella 5 x 100 cm
[6]Cera sobre folding tampella 5 x 100 co
[7] “Un día mojado de julio, siendo yo niño, hice un barco de papel”. Cera sobre cartoncillo folding37 x 46.
[8] “Mi vida, un tiempo, era un capullo”. Cera sobre cartoncillo folding, 37 x 46 cm.